Tras unos días tontos, tirando a tristones en los que la vida se me había convertido en algo así como una acelga chuchurría mordisqueada por un abisinio con eccemas, tardé algo de tiempo en resolver el enigma del desamor, pero al final creo que lo he conseguido.
Y gracias a ello, Eugenio, el Eugenio de siempre, el que hace años se reía hasta de los semáforos, ha resucitado.
Uno tiene tantas cicatrices, que las tarascadas de la vida se están volviendo -y eso me asusta- como caramelos de menta que mascas y trituras entre tus dientes.
¿Me estará saliendo costra? Temo volverme insensible a mi entorno cuando mi capacidad de recuperación emocional me restaura tan rápido que parezco el Lobezno de las emociones. Abrir herida, cerrarse herida.
Hace unos días escribía sobre la sensación de soledad que a veces me aqueja, no soledad física, sino interna, muy profunda y casi transpersonal, cuando observo la falta de amor de la gente a mi alrededor y constato que, en líneas generales, la gente, en su vida, está más perdida que el Barco del Arroz. Algo que antes ya sabía, pero que cada vez me resulta más doloroso constatar.
Cuando observo falta de amor por ellos mismos, por los demás, por los animales, por las circunstancias, por el mundo en que viven, me pongo muy triste. Soy así, estoy hecho de materiales raros y volátiles, muy sensibles al entorno.
Y los corazones cerrados, incapaces de amar realmente, esos son los peores, los que más daño me hacen.
Porque no se si os habéis dado cuenta de que mucha gente se cree que ama, pero ni ama ni le han amado en su vida… o cuando le han amado no ha sido capaz de sostenerse ahí.
Hay gente tan maleada por la vida, que ha dejado de sentir hace ya mucho y no lo sabe.
Gente poco abrazada y querida en casa, poco amada por sus padres (sin saberlo, pues afrontar ésto sería terrible para ellos), que perpetúa esa gelidez emocional en su vida, estableciendo relaciones sin amor con hombres y mujeres que tampoco sienten gran cosa, para igualar así las tornas.
Gente que confunde sexo con amor y que navega entre un roce físico constante, para sentir algo dentro de si… y un querer difuso tipo ong, de afecto global y hippie a todo el mundo, pero luego de Amor, amor profundo y verdadero, ese que aparece tras la extinción del enamoramiento inicial, muy poco.
Observo a gente que vive disociada de su cuerpo, de su corazón, de su alma, como tantas veces me pasó a mi en el pasado… viviendo en una constante dinámica de dolor y anestesia perpetua.
Esa gente.
Esa bendita y maldita gente.
Duele de cojones, señores.
Duele como su puta madre, como si te atravesaran con agujas y luego te dieran martillazos en los Kinder sorpresa y luego te los regaran con zotal y viniera un pitbull y te los mordiera.
Así me duele… solo que en el pecho, y de modo menos físico y mucho más hondo.
Durante días, sumido y abismado en mi propio tormento emocional por éstos temas y por el contacto con ésta gente, gente incluso a la que aprecias y amas, gente a la que podrías amar todavía más, le pregunté a Dios qué sentido tenía todo, a ratos me cabreé con él, a ratos incluso le insulté… pero como El/Ella es Dios, no me lo tomó en cuenta. Nunca lo hace.
¿Porqué eres tan injusto? Le dije ¿Porqué permites que suceda ésto? Insistí. Luego me cagué en su puta madre, directamente.
Cualquiera que me estuviera escuchando, yo a voz en grito (literal) en mi habitación, tumbado en la cama a las dos de la madrugada y gritándole al techo con furia, pensaría que me había vuelto loco.
Joder, lo pienso hasta yo…
Durante días he buscado el secreto a éste enigma del desamor, al secreto de la falta de amor en el mundo y anoche, volviendo a casa de una reunión de formadores de una asociación que estamos montando, tuve la respuesta.
Mi amiga Esperanza Marco (http://www.mividamenecesita.es/) y yo volvíamos en metro a casa conversando de nuestras últimas tormentas emocionales.
Al llegar a los torniquetes del metro vimos a un muchacho sordomudo al que acababan de hacer un tatuaje en el brazo: sangraba.
No le habían puesto el preceptivo rollo de film de plástico, no le habían vendado, sencillamente le habían dejado la herida al aire… y tenía mala pinta, la verdad.
El taquillero del metro no podía dejarle pasar con esa herida, la ley dicta que no se puede entrar en la red de metro sangrando o herido, por salubridad de los pasajeros, incluido por salubridad del que sangra.
El muchacho y su chica, también sordomuda, discutían con el empleado de metro, se desesperaban porque no le iban a dejar pasar. En ésto, Esperanza, que tiene un corazón inmenso, que se desvive por los demás, que es una salvadora de primera, decidió ayudar al chico y con unos kleenex y cinta americana vendó el brazo del chaval para que le pudieran dejar pasar.
Al hacerlo, sin querer, se le golpeó la bolsa que traía contra la chapa de uno de los torniquetes y se le rompió una botella de agua de rosas, algo que para ella es muy muy preciado y querido.
Vi como los ojos se le llenaba de lágrimas. Ella ya no está en ese punto en que uno se dedica a salvar a los demás para que lo quieran, lo hace siempre por pura entrega, por pura solidaridad y amor por los otros.
Y por ayudar al muchacho, a un muchacho a quien le daba lo mismo sangrar, un muchacho que acabó pasando de todo y marchándose sin más, ella había perdido algo muy precioso y de gran significado emocional.
Nos miramos.
Habíamos vuelto charlando del desamor, de la gente que no siente, de las relaciones amorosas tormentosas… ¿qué teníamos que aprender de todo ésto?
Ella lo enunció de la siguiente manera: Por ayudar a otro, yo he perdido mi Esencia.
Y esa era la lección que teníamos que aprender. La respuesta al enigma de la falta de amor en el mundo que he estado buscando estos días.
También venimos a aprender esa lección, la de no dejar de amar, pero reservar el amor para aquellos que lo merecen. Amar, pero sin dejar de amarnos, de protegernos.
Por eso: no pierdas tu esencia por ayudar o salvar a otro. No cierres tu corazón cada vez que te lo rompen o lo ignoran, cada vez que el otro está cerrado, tiene el pecho de piedra, no te ve, no le importas, no es capaz de apreciar lo que eres o quien eres ni lo que le das ni lo que podrías darle….
No dejes de ser tu mismo por nada ni por nadie.
No permitas que pisoteen tu dignidad ni tu corazón. No ayudes a quien no lo merece o no lo puede apreciar. Solo presta tu apoyo a quien te lo pide, sin perderte tu en esa ayuda.
Y sobre todo, por encima de todo. No dejes de amar.
Porque tu eres amor y amor es lo único real, lo único que existe.
Por si no te habías dado cuenta -y muchos aún tardarán muchas vidas en averiguarlo- Amor eres Tu, Amor es tu Esencia.
Y me acabo de dar cuenta de que éste artículo es válido para dos de mis blogs. El Guasinton Post y VerDeVerdad.
Así que lo colgaré en ambas publicaciones.
Gracias, Universo. Mil Gracias por la respuesta.
Hola Eugenio, me gusta el final de tu entrada. Tu amiga dijo una frase muy bonita, por ayudar a otro se rompió mi esencia. 🙂
Quisiera comentar que en esto del desamor hay 2 cosas que a menudo hacen sufrir mucho a la gente y es el sentimiento de fracaso y el de desvaloración por parte de la otra persona. Que la otra persona no te valore lo suficiente como para amarte 🙂
Mi amigo Raul, (el mejor coach del mundo y no ha estudiado nada de eso, pero lo es) me dijo una vez ante esta situación: – Pero, tu no vales menos porque no quiera estar contigo, hay unos cuántos por ahí que les encantaría estar contigo.-
Aquello me cayó como agua de mayo. Ahora no dejo en el otro la posibilidad de «darme mi valor».
Yo valgo con y sin alguien lo mismo. Yo SOY.
Esto lo comento por si a alguien le pudiera resonar.
Un abrazo
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Hola
Excelente apreciación.
Uno no vale menos porque no lo amen, aprecien o quieran. Sencillamente es doloroso constatar que no te aman, aprecian o quieren… y punto, con independencia de que te valoren mejor o peor como ser humano.
Pero lo más doloroso es ver a la gente incapacitada para amar y ser amada, con heridas emocionales y corazas que acaban causando un daño terrible en su entorno y allegados. Desde chicas (u hombres) que van seduciendo a todos los que están a a su alrededor de manera inconsciente, para obtener el afecto y atención que ni han recibido en casa ni son capaces de darse, hasta personas que tratan a sus propios familiares sin consideración, sin respeto, con un nivel de toxicidad rayano en el maltrato.
Yo te confieso que aún no he conseguido a acostumbrarme a éste tipo de personas en mi vida personal (en consulta es otra cosa… uno se deja sus juicios y prejucios en la puerta)… de momento lo más sano que he logrado hacer es apartarme. Pero dolerme, me sigue doliendo.
un saludo y gracias por participar en el blog
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Yo tampoco me he acostumbrado a ese tipo de personas. Aunque el problema lo tengan ellos, sigue afectando a los demás. A mí me afecta y me duele esa falta de amor.
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Hola
A mi también, Maria Jesús y la única solución que he encontrado, por el momento, es alejarme… a veces de manera permanente. También tenemos derecho a buscar a las personas con las que nos sentimos bien.
un saludo
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Hola. Gracias por tu comentario.
Efectivamente, el rechazo del otro ni te añade ni te quita valor. El valor de una persona no está en la mirada de los otros ni en la opinión del otro, ni siquiera de la persona amada. Aunque nuestro ego se siente muy halagado cuando los que nos quieren o dicen querernos, nos devuelven una imagen bella o valiosa de nosotros mismos.
De hecho, muy a menudo he comprobado en muchas personas que el rechazo sufrido por otros en realidad no les restaba valor, sino que se lo añadía… Hay gente que sencillamente no puede verte, valorarte, ni amar a nadie realmente valioso en su vida, porque ni siquiera han encontrado el valor dentro de ellos mismos. Su existir es una acumulación de relaciones vulgares con gente vulgar… pero ni siquiera se dan cuenta de eso. Viven imaginándose especiales o intentando serlo (o bien mediante un vano intento por ser quienes no son, o bien buscando que el contacto con otros a los que consideran especiales, haga que algo de ellos se les pegue). Nada de esto funciona.
Solo el amor hacia uno mismo y el no entrar en comparaciones con nadie sirve de algo. Somos únicos y valiosos por esa misma unicidad que nos hace diferentes a todos los demás.
un saludo y gracias por tus palabras.
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Yo le doy muchas vueltas al tema del amor incondicional: encontrar el punto exacto de equilibrio entre darse, darse conscientemente, darse totalmente, darse solo por el sencillo, puro y directo placer de DARSE… Heridas de amor no son más que las huellas de la vida, bella y terrible a un tiempo. No, nunca dejemos de amar. El Amor nace y transforma primero a nosotros y luego, a veces, a los demás. Pero siempre nace, vive, brilla y TRANSFORMA.
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Hola
Yo también le doy muchas vueltas y a menudo encuentro que en éste universo el amor incondicional no existe y que quizá una de las grandes lecciones vitales consista en aprender a amarnos y a amar a los otros, tarea que puede llevarnos muchas vidas.
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Hola! Buscaba algo sobre la teoría del doble y has aparecido tú, me he reído tela marinera, muy muy bueno
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Me explico: me he reído por el tono en que lo expones, el contenido estoy absolutamente de acuerdo, sobre todo en lo de ayudar solo si te lo piden., es uno de los órdenes de la ayuda a respetar, así de paso respetamos al otro y su circunstancias…, tambièn Jean Pierre Garner habla de eso, cuand ayudamos al otro sin que nos l pida, estamos condicionando su infinitud de posibilidades ya q el otro reaccionará a nueestra «bienintencionada» intromisión y esa reacción le condicionará y de algún modo cerrará puertas
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t. r
Enviado desde mi HTC V
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Me alegro muchísimo.
Con risas todo es mejor ¿Verdad?
un abrazo
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ESTUPENDO!! si supiera las veces que me he preguntado eso mismo! gracias por aclarar ese enigma..impagable el favor
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Hola Ana Julia
Me alegro que te gustara el artículo. He de decir que mis soluciones me sirven a mi y no necesariamente son útiles para todo el mundo. Hay muchas clases de personas pero, por experiencia, al final llegué a toda una serie de conclusiones y las escribí en forma de artículo.
Enseguida mucha gente me escribió y me llamó para comentarme que les había parecido estupendo.
Gracias de nuevo.
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