un artículo de Eugenio Sánchez Arrate
Pueden ser tu novio, tu mujer, tu padre, tu amante, tu querido hermano, tu jefe, tu vecino o tu compañero de piso o del trabajo. Van a lo suyo. No empatizan con los demás. Se mueven por intereses personales y manipulan a los que les rodean, los engañan, los mienten, los seducen, fingen si han de hacerlo y se sobreadaptan con maestría a cada situación.
Son los psicópatas.
Unos son más simpáticos, otros más secos o rígidos, pero no los verás llegar hasta que sea demasiado tarde.
Pueden destrozar tu vida.
A mi una mujer así me la destrozó. Y con los años, no solo averigué que lo era, sino que aprendí a recomponer los pedazos y a pasar de la tristeza al odio y de éste a la indiferencia.
Tolerancia cero, contacto cero. Lejos, siempre lejos de esa gente.
Porcentaje mayor de lo que imaginas
No son pocos. Te equivocas si lo crees.
Entre un 2 y un 3 por ciento de la población es psicópata pura y entre un 10 y un 12 por ciento son psicópatas integrados o socializados, lo cual quiere decir que, de cada cien personas que conoces, entre doce y quince son psicópatas de uno u otro tipo… y eso es muchísima más gente de la que a menudo nos atrevemos a admitir.
Los desfasados estudios que hablan de solo un 1% de psicopatía se quedan muy cortos y no contemplan al psicópata cotidiano y socializado, que es muy abundante y peligroso. Se limitan a considerar al psicópata que comete delitos penados por la ley o visibles a simple vista. Pero el gran trabajo de los psicópatas se realiza en la sombra y es tan frecuente que no nos damos cuenta.
A algunos psicópatas puedes reconocerlos. A otros cuesta trabajo y tiempo, demasiado tiempo hacerlo. Ni siquiera los profesionales de la salud mental consiguen detectarlos.
Aproximadamente uno de cada cinco jefes es un psicópata.
Buscan siempre posiciones de poder y liderazgo y trepar en lo social.
Me imagino cómo se les queda la cara a esos coach y profesionales que dan cursos y conferencias a directivos y líderes, sabiendo que uno de cada cinco de sus alumnos es uno de éstos personajes y que están alimentando su patología con destrezas que lo harán más peligroso.
De hecho, me pregunto si lo saben siquiera. Si los pueden detectar y qué hacen al respecto cuando lo saben.
En cuanto a ti, lector, lectora ¿Te has preguntado quienes son psicópatas en tu entorno?¿Los has detectado?¿Has comenzado a protegerte de ellos a la voz de ya?
A menudo lo único que puedes hacer, salvo que hayan cometido algún abuso o delito penado por la ley que tu puedas demostrar ante un tribunal, es alejarte lo más posible y no dejar que se te vuelvan a acercar en toda la vida.
Porque aprovechan todo lo que sacan de las personas para su propio beneficio. Si les enseñas o das clase, lo usan y retuercen para sus fines, si les escuchas, te engañan, si les ayudas, te acaban sacando la sangre.
Alejarse y alejarse para siempre. No hay otra.
Yo lo he hecho con alguno de ellos. Y con alguna también.
Los psicópatas tienen un modo de vida camaleónico y parasitario, adaptativo a las circunstancias.
No sienten culpa cuando hacen daño. Explotan a sus parejas, se aprovechan de sus amigos, empleados, familiares.
Mienten, traicionan, seducen, enganchan, confunden, extorsionan.
Además, los psicópatas se manejan bien en lo social, se sobreadaptan, logran sus objetivos, medran, trepan, hacen lo que haya que hacer y a costa del dolor y sufrimiento de quien sea para conseguirlo. Triangulan en las relaciones, introducen a exparejas y otros amantes para generar inseguridad en su cónyuge y poderle controlar mediante lo que se denomina vínculo de traición que es extremadamente dañino, adictivo y lesivo para el que lo padece.
Medran socialmente, se mueven a la perfección en aguas turbias. Confunden, evaden, culpabilizan, se victimizan, utilizan a los demás.
Se muestran como las víctimas de sus exparejas cuando en realidad han sido los verdugos de las mismas, gente de poco fiar incapaces de dar amor.
Nadie les importa demasiado, salvo como medio para conseguir sus fines, que solo ellos conocen y que planifican con gran entrega y maquinación previa, a veces durante años en una concatenación de acontecimientos previamente tramados con una frialdad y egoísmo pasmosos. Todo se lo justifican.
Poseen una caradura extrema. Se muestran impasibles ante las mayores atrocidades cometidas.
E insisto, son muchos, mucha más gente de lo que creéis.
A menudo les va muy bien en la vida (al menos en lo aparente, porque en lo espiritual, en lo profundo y real, les va como el culo).
Suelen triunfar en la vida material.
Muchos responden a estereotipos de éxito social aceptado y son encantadores, tienen una imagen social brillante, nadie se imaginaría que por dentro son la clase de seres sin alma y sin corazón que son.
Pueden ser tu jefe, tu novia, tu profesor de yoga, ese político al que votas convencido, ese cantante al que admiras, ese empresario que parece comerse el mundo y siempre está sonriendo o que tritura a sus empleados con tiranía de faraón, ese sacerdote altruista y desprendido que dirige una ONG, ese presidente de gobierno del que todo el mundo está pendiente, esa miembro de la casa real que sale en las revistas del corazón o ese actor al que todo el mundo admira.
Pero son locos, sencilla y llanamente, perturbados.
Y locos peligrosos para más señas. Psicópatas.
Iñaki Piñuel, experto en psicopatía
Aquí os dejo un enlace de la Vanguardia en el que Iñaki Piñuel, Doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, habla sobre ellos. Iñaki Piñuel realiza una excelente labor como divulgador y rehabilitando a víctimas de abuso psicopático en pareja.
https://www.lavanguardia.com/cultura/20161025/411316571590/en-espana-hay-seis-millones-de-psicopatas-puros-y-personalidades-psicopaticas.html
No todos son asesinos
Por desgracia, el cine anglosajón ha transmitido a la sociedad la idea errónea de que un psicópata es un asesino o un asesino en serie…. y nada más lejos de la realidad.
Los psicópatas rara vez matan, a menudo porque no se atreven, porque no sienten el impulso, o por miedo a las consecuencias legales de sus actos. Muchos están socialmente adaptados. Solo un pequeño porcentaje de ellos comete asesinatos y de los que asesinan directa o indirectamente, solo unos pocos responden al arquetipo del serial killer que en las películas y la televisión hemos aprendido a identificar falsamente como el único tipo de psicópata que existe.
Y ahí cometemos un gravísimo error.
Charles Manson, uno de los más famosos psicópatas
No, los psicópatas son algo más pedrestre, cotidiano y torticero de lo que pensamos, algo más de nuestro día a día.
Por eso son tan peligrosos. Porque nos hemos acostumbrado tanto a ellos, son tan abundantes y cercanos, que cuando los tenemos delante, no los detectamos ni identificamos como tales.
Los psicópatas se reconocen entre ellos, a veces pactan y llegan a acuerdos explícitos o tácitos sobre sus vidas, se ayudan, pero también pueden traicionarse y hacerse daño entre si en la competencia por el poder y los fines que anhelan. Son depredadores sociales, depredadores de la vida y/o de la pareja, que persiguen sus propios objetivos y generalmente los logran. Son sanguijuelas, parásitos que succionan la vida de los demás a través de muy variados procedimientos.
Sencillamente son gente trastornada y muy dañina.
Yo, en mis años de estudio y autoindagación personal, he conocido a un quiropráctico bastante famoso de mi ciudad que lo es, a un director de fundación, a un cardiólogo, a mi exnovia azafata de la que tanto he hablado en otros blogs, al presidente de la división española de una marca líder en afeitado, a dos coach bastante conocidos, a un profesor de biodanza que tiene su propia escuela de enseñanza, al antiguo director de un balneario, a una psicóloga cognitivo conductual, a un chamán fraudulento, a un conocido locutor de radio especializado en deportes, a una presentadora de televisión…en fin… los psicópatas están muy bien camuflados y repartidos por la vida cotidiana, a menudo saben caer bien, engañar a los demás, gustar.
Parecen hasta normales si se lo proponen, fingen las emociones, se adaptan a lo que los demás esperan de ellos, creando una falsa personalidad, completamente ficticia y algunos sufren tremendamente si son rechazados o no aceptados debido a su narcisismo (no soportan que les muestres lo vulgares y mezquinos que son) o porque así su cohartada se les rompe y no consiguen sus fines, que son lo único que les importa en la vida… pero en el fondo y de manera más o menos velada, son personas que van a lo suyo y no sienten nada, o sienten poca cosa.
Al menos no sienten como tu y como yo sentimos.
Experimentan miedo a ser descubiertos, a ser detenidos, a sufrir daño o a perder lo que tanto anhelan.
Experimentan intensidad con la transgresión.
Experimentan indiferencia o goce con el dolor ajeno.
Con un psicópata debes tener una cosa clara, tu no les importas.
Solo se importan ellos.
Es una tarea aún pendiente en la sociedad detectarlos aislarlos y apartarlos de los lugares, empresas, familias y ámbitos, donde pueden causar mucho daño.
Porque ellos se ocultan bien, han aprendido a aprovecharse del sistema y manipularlo a su favor en detrimento de otros seres humanos, saben aprovecharse de las circunstancias o manipular las mismas para conseguir sus objetivos.
A veces no dañan intencionadamente, sencillamente los demás no les interesan y, por lo tanto, no los tienen en demasiada consideración en sus planificaciones, los demás solo cuentan en tanto sean útiles para conseguir algo.
Los otros son cosificados, son objetos de uso y cambio.
Otras veces éstas personas son perfectamente conscientes del daño que te están haciendo y sencillamente no les importa. No sienten culpa, pesar, tristeza o dolor por lo que hacen. Hasta ese punto llega su grado de muerte en vida.
A un político psicópata sus votantes no le importan realmente, los necesita para seguir gobernando y obteniendo poder.
A un terapeuta psicópata los pacientes le son necesarios para validarse y ganar dinero y prestigio a su costa.
A una pareja psicópata su cónyuge no le importa, la necesita como cohartada social para dar la apariencia de familia, algo que les resulta útil.
Para un empresario psicópata sus empleados son vacas ordeñables a las que se puede exprimir para que la empresa prospere. Y los clientes son esa masa necesaria de cretinos a los que engañar y vender productos y servicios para sacarles el dinero y prosperar.
El problema es que estamos tan acostumbrados a ellos que ya hasta nos parecen normales cuando convivimos con sus desmanes.
Nos relacionamos con ellos en el trabajo, en las vacaciones, en los grupos de amigos, en la vida en general.
La naturaleza del psicópata es compleja y tóxica por su propia manera de estructurarse. Estas personas no necesitan volverse sádicos o malignos en el sentido malvado del término. Un psicópata daña per ser, debido a su total falta de escrúpulos y a que, como no sienten empatía, ni compasión por el dolor ajeno, se lo justifican todo a la hora de hacer daño a un semejante.
Son oportunistas, trepas, maquiavélicos.
Si te engañan, te manipulan, te hacen daño, te son infieles, o te quitan de en medio, era por una buena razón para ellos (eso se cuentan) porque ellos y solo ellos son los únicos que importan en la ecuación de su vida.
Sus hijos son cohartadas, medios o fines para lograr cosas como la integración y la aprobación social, son pequeños seres utilizables y moldeables, mascotas o juguetitos, objetos necesarios, su familia en general también lo es.
Todo es justificable en su cabeza, hasta las mayores atrocidades, desde su loco punto de vista.
¿Son felices los psicópatas?
No lo son.
Si teníais alguna duda al respecto, olvidadla.
Fingen bien, incluso aparentan a la perfección esa felicidad que no sienten. Por eso a veces la gente los admira en un error de bulto del que deberíamos salir todos.
Pero están muertos por dentro, tenedlo claro. Viven con un tremendo vacío interior. Desconectados de todo amor o toda ternura verdadera. Anhelan la intensidad y la autenticidad de otras personas, pero están muy alejados de ella.
A menudo eligen a buenas personas como parejas o amigos, para poderse aprovecharse de ellos mejor y porque secretamente envidian esa bondad, esa luz que a ellos les falta y les faltará siempre.
Viven fingiendo las emociones o experimentándolas de forma atenuada, porque no las tienen. Sienten poco o casi nada. Rabia, miedo, pataletas, tristeza cuando se frustran su planes.
Sufren, en un sentido humano del término, mas bien poco, porque están vacíos, anestesiados.
Pero también disfrutan poco o nada de las cosas, mucho menos que una persona sana. La suya es una existencia atenuada, necesitada de intensidad, bastante parecida a la muerte en vida… y casi todos ellos lo intuyen o lo saben.
Admiran secretamente a los que si viven la vida con una autenticidad y frescura que a ellos les falta porque, por dentro, están completamente huecos y vacíos, zombificados. Rara vez admiten éste estado interior que les domina y menos públicamente. Generalmente huirán de éste malestar interior maquinando planes o realizando actividades de un modo casi compulsivo y febril, para no sentir.
Carecen de justificación.
El error de defenderlos o empatizar con ellos
Por desgracia, en ésta era de buenismo lamentable en la que lo justificamos todo, sucede que desde los ámbitos más tibios y permisivos de la psquiatría y la psicología, hemos caído en el error de justificar a éste tipo de gente o a cualquier otra que, padeciendo un trastorno mental severo, hace daño a sus semejantes.
Los loquitos de cierto tipo (ahora no se puede decir loquito, se tiene que decir psicótico, que es lo políticamente correcto) han pasado a ser una pobrecilla gente, digna de lástima, que daña pero no tiene culpa del daño que hace y a los que poco menos que hay que pasarles y perdonarles casi todo lo que hagan por dañino que sea.
Algo con lo que no estoy para nada de acuerdo.
Un psicópata es responsable de las consecuencias de sus acciones, lo quiera él o no.
Un trastornado agresivo o violento también ha de afrontar las consecuencias de sus actos, estuviera enajenado o no en el momento de cometerlos.
Si no lo estaba, debe afrontar las consecuencias, por ser consciente de lo que hacía y no importarle.
Y si estaba enajenado, debe pagar, por no ponerse en tratamiento, por haber abandonado la medicación, rehuido la vigilancia psiquiátrica y/o haberse expuesto con negligencia extrema a circunstancias de descontrol personal que le han permitido cometer un acto doloso contra los demás.
En cualquier caso, siempre hay responsabilidad del daño que se comete.
Y consecuencias severas por el mismo.
Si se te fué la cabeza, haberte medicado para que no se te fuera.
Si no estás en tratamiento, debes iniciarlo inmediatamente o afrontar la responsabilidad del daño que puedas hacer.
En ciertos trastornos mentales yo he detectado, además, un componente de maldad, sadismo o indiferencia hacia el otro muy conectado con la ausencia de bondad en la persona.
Es decir, creo sinceramente, y es mi opinión personal, muy políticamente incorrecta, lo reconozco, incluso contraria a lo que sostienen algunos libros y manuales de psicopatología y psiquiatría, que hay trastornos mentales que uno solo puede padecer si es mala persona.
Y no entremos en matizaciones, que aquí no estoy valorando lo que a mi me parecen las buenas o las malas personas, me estoy refiriendo a hechos objetivos de gente malvada o gente bondadosa por la naturaleza de los actos llevados a cabo… y punto.
Por ejemplo, si alguien roba es un ladrón… esa es la palabra exacta que lo define en el diccionario… y no entro a valorar ni juzgar lo que me parecen a mi los ladrones.
El que roba es un ladrón por definición, sin juicios, sin aditivos ni calificativos, sustantivamente hablando.
En el caso de los psicópatas podemos decir lo siguiente: alguien que comete maldades recurrentemente y sin sentir culpa, es alguien maligno.
No valoro lo que me parecen éste tipo de personas. Son dañinos y punto.
Como asegura Iñaki Piñuel al comienzo de su libro Amor Zero, dedicado a las relaciones amorosas con psicópatas y las terribles consecuencias que éstas tienen para sus parejas,
“Yo no tengo nada contra los psicópatas….
Como tampoco tengo nada contra los virus, las bacterias, las chinches, las cucarachas, las ratas, los piojos o las sanguijuelas.
No es nada personal, solo que yo he decidido informar y entrenar a los que se convierten en sus víctimas, es decir, al equipo que juega a favor de la luz.”
Iñaki Piñuel
El Mal existe
Por desgracia, vivimos en un mundo buenista en el que éstas cosas de la enfermedad mental y la maldad se obvian y se han convertido en un tabú social.
Pero el mal está ahí y es dañino y doloroso.
Y existe y es.
Y rara vez hacemos nada para combatirlo o protegernos de él.
A menudo empatizamos con los malvados. Los justificamos.
Y no hay justificación para el Mal.
Ninguna.
En lo relativo a los psicópatas, es preciso alejarse de ellos. Rechazarlos con vehemencia, apartarse y no dejar que se vuelvan a acercar a nosotros nunca más. La distancia total, absoluta y permanente es una buenísima opción para protegerse de ellos definitivamente.
Ya os comento que tuve una pareja azafata con rasgos psicopáticos adaptados, excelente fingidora, trianguladora en las relaciones, infiel sin culpa, mentirosa (eso lo supe más tarde) manipuladora y muy narcisista, y jamás la permitiré que vuelva a acercarse a mi.
Nunca.
Porque me hará daño si puede, porque es tóxica por definición, porque por dentro está muy dañada y porque, aunque un psicópata no sienta culpa ni compasión si puede comprender el precio que ha de pagar por la responsabilidad de sus actos. Un precio a menudo altísimo y de por vida.
Supongo que si alguna vez lee ésto sabrá que ya la he descubierto.
Tampoco creo que la importe mucho, la verdad.
Está tan vacía por dentro que nadie salvo ella misma le importa.
Así que ya lo sabes.
Si conoces a alguien que hace daño a sus semejantes y nunca siente culpa, probablemente sea un psicópata. Los diversos grados de ésta patología permiten hablar de psicópatas más y menos dañinos en todo un abanico de grados e intensidad del trastorno.
Una vez que lo detectes, procura no empatizar. Si lo haces, atente a las consecuencias.
Como mucho, tras alejarte (es prioritario que lo hagas) debes lamentarlo por él, porque su vida es una de las peores vidas posibles que se puedan experimentar. La de la total y absoluta falta de sentido.
Esa persona, llenará con poder, con actividad constante y compulsiva o con personas, con acciones intensas y a menudo dolosas para otros, ese vacío que siente, pero el vacío siempre seguirá ahí.
Y no solo no tiene cura, sino que encima, esa persona se pierde todo lo bueno de la vida, lo auténtico, el verdadero amor, las emociones reales, compartir con profundidad y autenticidad con la gente que merece la pena… no tengo palabras para describirte lo mucho que esas personas se están perdiendo y la derrota intrínseca que anida en sus vidas por propia definición.
Portales orgánicos
Los psicópatas no reencarnan (y ellos lo intuyen)
Según algunas escuelas espirituales, cuya validez no entro a considerar, los psicópatas estarían englobados dentro de ese grupo que se denomina portales orgánicos. Seres sin alma propia, en todo parecidos a un humano corriente, que poseen un alma grupal, como los animales y que no reencarnarán de nuevo, al no poseer la suficiente luz interior, bondad e individualidad para hacerlo posible.
Estos seres se caracterizan por el tremendo egoísmo, el vacío interior, lo bien que se manejan en el mundo de la materialidad y la ausencia de empatía o compasión y de verdaderas emociones.
Lo más que sienten algunos portales orgánicos es sufrimiento o rabia cuando se frustran sus planes o son rechazados por los demás.
Pero jamás sufrirán porque tu estés sufriendo por su causa o por el daño que te han provocado. Insisto, tu no les importas. Esta gente no sabe querer. Fingen que aman, pero no aman de verdad.
Nadie se pone de acuerdo respecto al porcentaje de éstos seres respecto al total de la población, pero bien pudieran coincidir exactamente, según algunos expertos, con el porcentaje de psicópatas puros y adaptados (aproximadamente entre el 12 o 13 por ciento del total). Insisto, ésto es mucha, demasiada gente dañina suelta y sin control ni vigilancia psiquiátrica, libres para hacer todo el daño que pueden.
Desconozco si un psicópata es un portal orgánico y si efectivamente encarna de nuevo o se disuelve en el todo y se extingue por completo.
Lo cierto es que ahí está la teoría y yo os la he contado. De ser cierta, el futuro de los psicópatas no es muy halagüeño que digamos.
Porque, acabada ésta vida, adiós para siempre, se esfuman.
Para algunas de sus víctimas, saberlo puede ser un consuelo.
Y para ellos, los psicópatas, se trata de una suerte de justicia poética por sus actos dañinos, justicia implacable de la que no podrán escapar, hagan lo que hagan.
Mueren y se extinguen para siempre. Se acabó. Final.
Telón.
Aquí un enlace sobre los portales orgánicos
http://davidtopi.net/portales-organicos/
Los eneatipos más psicopáticos
Hay eneatipos que tradicionalmente se asocian, en sus individuos menos sanos, a la psicopatía. Por ejemplo el 6, el 7, el 8 y el 3 que, con cierta frecuencia, también se vinculan a la comisión de delitos en los casos más extremos de enfermedad del rasgo… y que se limitan a causar un daño más liviano, pero totalmente desprovisto de compasión en los casos más leves.
Por supuesto que no todos los integrantes de éstos eneatipos son psicópatas, ni mucho menos.
No todos los 6, 8 y 3 son psicópatas… ni siquiera una parte importante de los pertenecientes a éstos eneatipos lo son. Tengo buenos amigos de todos éstos rasgos y son gente extraordinaria.
Pero si es cierto que muchos de los psicópatas conocidos pertenecen a éstos números del eneagrama, caracterizados en general por la ausencia de empatía hacia los demás y la incapacidad para ponerse en el lugar del otro y sentir su dolor.
En cualquier caso, detectar y aislar a los psicópatas para evitar que causen daño, es una de las tareas pendientes de ésta sociedad en evolución en la que vivimos, es responsabilidad de los servicios jurídicos, de las fuerzas de orden y de los servicios de salud públicos del estado de cada país.
Pero también es nuestra responsabilidad como ciudadanos de a pie.
Como decía el psicólogo y pedagogo Bernabé Tierno, los psicópatas tienen sus días contados y ya empiezan a sospechar la que se les viene encima.
Mi labor en éste artículo ha sido informar a la gente sobre el tema. Juego para el bando de la luz.
Es mi trabajo.
Defensa contra la psicopatía
Pero queda un largo camino por recorrer en materia de protección de la población sana, cuya defensa debería ser nuestra primera prioridad, puesto que los psicópatas no se curan y no tienen tratamiento o redención posible.
Solo pueden ser apartados, contenidos, encerrados y aislados del resto.
Algunos sectores de la salud mental, en lo que yo considero un exceso de omnipotencia, creen que pueden socializarlos enseñándoles responsabilidad. Pero lo cierto es que los psicópatas son demasiado listos y malignos para dejarse amansar… a menudo fingen que aprenden y siguen siendo por dentro las mismas máquinas biológicas sin sentimientos que son, con las consecuencias que ello conlleva.
La terapia individual o grupal les hace más manipuladores y expertos en causar daño. La compasión recibida cae en saco roto porque, en cuanto pueden, te dañan, por muy bien que los trates.
Interpretan la bondad como debilidad o como estupidez, no la entienden, pues carecen de ella.
De nada sirve tratarlos con respeto, cariño o aceptación. Son máquinas biológicas de hacer daño o, en el mejor de los casos, de sacar de la vida y de los demás todo lo que pueden, a cualquier precio.
Por eso, cuanto antes comencemos a tratar éste terrible problema, y pongamos en marcha los mecanismos necesarios para su control, antes lo resolveremos.
Y lo dicho, si detectas a uno aléjate, aléjate para siempre.